jueves, 4 de agosto de 2016

El Señor es mi Luz (Salmos 27:1) // Pablo en malta (Hechos 28) ECTB



I PARTE

El Señor es mi Luz (Salmos 27:1)

“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién debo atemorizarme?"

El salmo empieza con una afirmación argumentada de confianza en Dios. Dios es la luz que ilumina mis pasos, como cuando caminamos en un túnel oscuro sin saber cuándo terminará, y de pronto vemos una luz que anuncia el final del túnel y la ansiada salida, es decir, la salvación que esperamos (Is 58:8ª). O como cuando uno camina a oscuras por un sendero escarpado y sólo tiene una lámpara que alumbre dónde poner el pie y lo libre de caer en el precipicio (Sal 18:28; Mq 7:8).

Si yo puedo contar con Dios en esta clase de situaciones angustiantes ¿por qué he de temer a persona alguna, aún en situaciones de mayor peligro? ¿Por qué he de temer lo que nadie quiera hacerme si Dios es quien me protege



 II PARTE  (Hechos  28) ECTB

Pablo en la isla de Malta

28  Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta.

2 Y los naturales nos trataron con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, y del frío.

3 Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano.

4 Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.

5 Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció.

6 Ellos estaban esperando que él se hinchase, o cayese muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios.

7 En aquellos lugares había propiedades del hombre principal de la isla, llamado Publio, quien nos recibió y hospedó solícitamente tres días.

8 Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le sanó.

9 Hecho esto, también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían, y eran sanados;

10 los cuales también nos honraron con muchas atenciones; y cuando zarpamos, nos cargaron de las cosas necesarias.

CONGREGADOS AL NOMBRE DEL SEÑOR JESUCRISTO,

ASAMBLEA CRISTIANA DE LOTA,

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